sábado, 10 de enero de 2015

Real Madrid 3 - 0 Espanyol

Goleada a media máquina

Bale y James Rodríguez indican el camino y el Real Madrid sigue en soledad en la cima de La Liga

MADRID (Paola Nuñez, corresponsal) -- El Real Madrid no baja los brazos; Gareth Bale, el que menos.
Chivo expiatorio en los últimos descalabros del conjunto merengue, tildado de egoísta, el '11' fue protagonista en la victoria por 3-0 sobre el Espanyol en el partido inaugural de la jornada 18 de Liga disputado éste sábado en el Santiago Bernabéu gracias a los tantos de James, Nacho y el galés y en el que el cuadro local se vio obligado a jugar con 10 hombres tras la expulsión de Fabio Coentrao apenas iniciada la segunda parte.
Foco de atención para lo bueno y lo malo, pues el siempre exigente Bernabéu no le perdona una a su jugador más caro, incluso contribuyó indirectamente para que Cristiano Ronaldo aumentara su ya impresionante registro: el máximo goleador del campeonato español con 26 tantos, se convirtió esta tarde también en el máximo asistente al llegar a los 9 pases a gol.
Desde que diera inicio el partido, Bale intentó servir a Benzema y Cristiano con un par de mal logrados taconazos dentro del área. Corrió como hacía meses no se le veía, por la banda y por el centro.
A la tercera, su plan funcionó. Un cambio de juego del galés encontró sin marca a Cristiano Ronaldo en la banda derecha y éste no dudó en cederle el balón a James, que acompañaba en la jugada. Un pase justo para que el colombiano, quien llegaba por el centro a toda velocidad, fusilara a Kiko Casilla.
Apenas habían transcurrido 10 minutos de juego y el Madrid ya había hecho trizas a la defensa del Espanyol en tres toques.
Pero así como el Madrid puede hacer maravillas con suficiente espacio y un rival que no da mayores problemas en el mediocampo, también se acomoda y sigue a rajatabla la ley del mínimo esfuerzo. Madrid controlaba, pero no tenía prisa alguna en aumentar la ventaja. Menos si a Casillas apenas se le exigía.
Sin embargo, antes de que se cumpliera la primera media hora se presentó la oportunidad de oro para Bale, que enchufado como el que más, la aprovechó para lucirse con un cobro. El potente disparo del galés pegó en el poste izquierdo de Casilla antes de colarse en la portería sin que el canterano merengue pudiera hacer nada.
El 2-0 provocó que la relajación de los blancos fuera total. Espanyol intentó aprovechar, pero Kroos, siempre alerta, no dejaba que Sergio García recibiera un balón y si llegaban a acercarse demasiado, Varane y Pepe resolvían sin problemas.
Pero la apacible tarde pronto se vio interrumpida y el Madrid, forzado a despertar cuando a los ocho minutos del segundo tiempo Coentrao vio la roja en una polémica jugada en la que chocó con Cañas y ambos quedaron tendidos en el césped.
La expulsión del lateral obligó a Ancelotti a sacar a James para enviar a Nacho, pues Marcelo, aunque en la banca, se había caído de la alineación titular en el último momento debido a una lesión en la espalda.
Con el sentimiento de agravio como motor, el Madrid se dispuso a acribillar y hasta tres intentos claros tuvieron antes de que Ancelotti decidiera guardarse a Karim Benzema.
Fue Illarramendi el que entró al campo para dar mayor solidez al aparato defensivo, pues Espanyol apretaba para sacar rendimiento de la superioridad numérica. Bale se transformó en segunda punta acompañando a Cristiano Ronaldo en un perpetuo 4-4-2; letales al contragolpe, habían decidido apostarlo todo a la velocidad de los dos hombres del frente.
Llegada tras llegada Cristiano disparaba fuera. Pero fue al galés a quien la grada recriminó el fallo. Solo frente al portero disparó fuera y la afición no lo perdonó; Cristiano, que se había desmarcado para recibir, hacía espavientos lamentando la oportunidad desperdiciada.
Desde ese momento, la grada dedicaba una rechifla al galés cada que tocaba el balón hasta que Nacho puso el orden con su primera anotación como merengue a 15 del final.
Bale tuvo dos oportunidades más para encontrar la redención; dos disparos que fueron a las manos de Casilla. Para entonces la grada, saciada con el 3-0, lo había dejado estar y se conformó con esperar a que el árbitro pitara el final.

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